CIDH
Lima, 02 de junio de 2023
CIDH. ACIERTOS Y DEFECTOS
Por Antero Flores-Araoz
Hace
algo más de un mes, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos emitió un informe sobre la situación de
los Derechos Humanos en el Perú, en el contexto de las protestas
sociales entre el 7 de diciembre del 2022 y el 13 de enero del 2023,
por la vacancia de Pedro Castillo y su reemplazo por Dina Boluarte.
De
inmediato sahumadores de incienso y mirra, iniciaron su tarea de loas y
lisonjas al susodicho informe, mientras que los detractores del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, no le encontraron al informe
ninguna virtud.
Ambas
posiciones antagónicas y extremas no ayudan a una sana
crítica, tan necesaria en un país como el nuestro, que
entró en una espiral de violencia que obliga a la
búsqueda de paz social con simultánea elevación de
los niveles de vida de la población, tan golpeada por la
pandemia al igual que por la protesta que se tornó violenta y
vandálica.
El
informe en cuestión tiene aciertos como el reconocer que el 7 de
diciembre Pedro Castillo, al declarar la disolución del Congreso
y la intervención en diversos organismos públicos,
infringió la Constitución y fue pasible de su vacancia
declarada por el Congreso y, la asunción de la Presidencia por
la vicepresidenta Dina Boluarte, en legítima sucesión
constitucional. También la CIDH reconoció la
acción de otras altas autoridades en defensa del orden
constitucional.
También
fue positivo el reconocimiento de acciones de violencia y vandalismo
ajenas al derecho a la protesta, al igual que nuestra normatividad
sobre uso de la fuerza está acorde con estándares
internacionales.
Igualmente exhortó a que se investiguen los actos de violencia y se dialogue en búsqueda de la paz social.
Entre
los defectos del informe se encuentra la afirmación de presuntas
violaciones de Derechos Humanos por parte de las fuerzas del orden, sin
que hayan concluido las investigaciones. Lo que es peor obviando las
agresiones de protestantes contra los policías y soldados, con
saldo de muertos, heridos, lesionados y graves daños a la
propiedad pública y privada.
Negativa
también la crítica a la denominación de
“terroristas” a quienes aterrorizaron con sus acciones a la
población, así como la supuesta motivación de las
protestas en la “desigualdad estructural” y
“discriminación histórica” además de
la “estigmatización” de poblaciones del Ande.
Igualmente
es falaz la afirmación de que la actividad
“extractivista” no ha contribuido a la elevación de
los niveles de vida de las poblaciones aledañas a las
explotaciones mineras, cuando se puede verificar lo contrario,
así sea insuficiente.
La
consideración de que existieron “ejecuciones
extrajudiciales” es fantasiosa si es que no están
todavía los resultados de las investigaciones. La
pretensión de que no se use armas letales en ninguna
circunstancia es desproteger a las fuerzas del orden.
Como
corolario aseveró el informe que deberían ser atendidas
las protestas, ignorando que ellas fueron para reponer a Pedro
Castillo, retirar a Dina Boluarte, cerrar el Congreso y adelantar
elecciones. Nada de ello es posible sin variar la
Constitución.
Queda
pendiente estudiar serena y responsablemente lo que conviene al
país, esto es mantenerse en el SIDH con los defectos que el
tiene, hacerle adecuadas modificaciones o retirarnos del mismo.